Días después de que un jefe de división en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) renunciara entre acusaciones de que utilizó su poder federal para buscar venganza contra un ex asociado comercial, el escándalo cobró nueva vida. Robert F. Kennedy Jr., el secretario de salud de la nación, y sus principales adjuntos llevaron el asunto a la Casa Blanca como evidencia de que el liderazgo de la FDA estaba en caos. El grupo, liderado por Jim O'Neill, el secretario de salud adjunto y ex inversor del Valle de Silicio, expuso sus quejas a Susie Wiles, la jefa de personal del presidente Trump, según personas familiarizadas con la reunión. Luego, se dirigieron a miembros del personal del Consejo de Política Doméstica, dijeron las personas.
Las reuniones se centraron en el Dr. Marty Makary, el comisionado de la FDA designado por el Sr. Kennedy. Sin embargo, la Casa Blanca rechazó lo que algunos han visto como un intento de golpe contra él, según aquellos que tienen conocimiento de las sesiones. El resultado fue una frágil tregua, pero ofreció una ventana a la turbulencia en los niveles más altos del Departamento de Salud y Servicios Humanos, donde los proyectos nicho del Sr. Kennedy y las peleas entre los miembros del personal han tenido prioridad sobre los problemas de política sísmica.
Según fuentes, la renuncia del jefe de división fue el culmen de una disputa de larga data con un ex asociado comercial, quien había sido acusado de participar en prácticas comerciales no aprobadas. El jefe de división había presuntamente utilizado su poder federal para buscar venganza contra el asociado, lo que llevó a un debate acalorado entre los funcionarios de la FDA. "Este es un ejemplo claro del abuso de poder y la falta de rendición de cuentas dentro de la FDA", dijo un funcionario senior de la administración, que deseaba permanecer anónimo. "No podemos tener a individuos que utilicen sus posiciones para buscar venganza contra otros".
La FDA ha estado enfrentando un escrutinio creciente en los últimos meses, con críticos que acusan a la agencia de ser lenta para responder a las amenazas de salud emergentes y priorizar los intereses de las empresas farmacéuticas sobre la salud pública. El Dr. Makary, quien ha sido un defensor vocal de la independencia de la FDA, ha estado en el centro de la controversia. "La FDA no es una agencia política, y debemos asegurarnos de que nuestras decisiones estén guiadas por la ciencia y la evidencia, no por la política", dijo el Dr. Makary en un comunicado.
La Casa Blanca ha defendido al Dr. Makary, afirmando que ha sido un líder fuerte y ha tomado medidas audaces para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas de la FDA. Sin embargo, algunos legisladores han expresado preocupaciones sobre el liderazgo de la agencia y el potencial de conflictos de intereses. "Debemos asegurarnos de que la FDA funcione de manera efectiva y eficiente, y de que sus decisiones estén guiadas por el interés público, no por agendas personales", dijo la senadora Susan Collins, republicana de Maine.
El estado actual de la FDA sigue siendo incierto, con algunos funcionarios prediciendo un cambio en el liderazgo de la agencia en las próximas semanas. La Casa Blanca ha anunciado planes para realizar una revisión exhaustiva de las operaciones y políticas de la FDA, lo que podría llevar a cambios significativos. A medida que la controversia sigue desarrollándose, una cosa es clara: el liderazgo de la FDA está enfrentando un escrutinio intenso, y el futuro de la agencia está lejos de ser seguro.
Discussion
Join 0 others in the conversation
Share Your Thoughts
Your voice matters in this discussion
Login to join the conversation
No comments yet
Be the first to share your thoughts!