A medida que el último día de clases antes de las vacaciones de invierno llegaba a su fin, el estudiante de octavo grado Aiden y sus compañeros de clase estaban absortos en un emocionado juego de Mafia. Pero cuando uno de sus amigos se aburrió y dejó de jugar, Aiden se quedó sintiendo frustrado y un poco desconcertado. "Otro amigo lo llamó screenager", recordó Aiden, "como, tu capacidad de atención es tan corta". Este incidente fue un recordatorio impactante de una tendencia más grande que se ha estado desarrollando en la vida de los jóvenes: una creciente preferencia por la tecnología sobre la interacción humana.
En los últimos cinco años, la conversación nacional sobre los jóvenes y las redes sociales ha cambiado dramáticamente. Se han ido los días de preocuparse por el acoso cibernético, el hostigamiento en línea y la imagen corporal. Hoy en día, el mayor miedo entre los adolescentes y los adultos por igual es el impacto de las redes sociales en la salud mental, la capacidad de atención y las habilidades sociales. Como lo expresó tan acertadamente el amigo de Aiden, el término "screenager" se ha convertido en un distintivo de honor – o vergüenza – dependiendo de cómo lo mires.
¿Qué hay detrás de este fenómeno? Una razón es la forma en que las plataformas de redes sociales están diseñadas para mantener a los usuarios comprometidos durante el mayor tiempo posible. Los algoritmos que priorizan el contenido que probablemente genere una respuesta emocional, como la indignación o la emoción, han creado una cultura de distracción constante. Esto puede generar un ciclo vicioso de miedo a perderse algo (FOMO) y ansiedad, ya que los usuarios sienten presión para mantenerse conectados y actualizados con los últimos desarrollos.
Pero no son solo las plataformas en sí las que son culpables. La forma en que usamos la tecnología también ha cambiado la forma en que interactuamos entre nosotros. Con el auge de los smartphones y las redes sociales, nos hemos acostumbrado a tener acceso instantáneo a la información y el entretenimiento en la punta de nuestros dedos. Esto ha llevado a una disminución en la comunicación cara a cara y las relaciones profundas y significativas.
Tomemos, por ejemplo, el caso de Emma, de 12 años, que fue diagnosticada con ansiedad y depresión después de pasar horas cada día navegando por las redes sociales. Sus padres, desesperados por encontrar una solución, implementaron una estricta política de "sin pantallas" en su hogar. Pero Emma se resistió al principio, sintiendo que se estaba perdiendo de todo el diversión. No fue hasta que introdujeron un nuevo pasatiempo – la pintura – que comenzó a ver los beneficios de una vida sin pantallas.
"Solía ponerme tan ansiosa por no tener mi teléfono", dijo Emma en una entrevista. "Pero ahora, me siento más relajada y feliz cuando no estoy en él. Puedo enfocarme en mi arte y simplemente estar presente en el momento".
Los expertos están de acuerdo en que un enfoque equilibrado del uso de la tecnología es clave. "Necesitamos enseñar a los niños a usar la tecnología de una manera saludable y sostenible", dijo la Dra. Jean Twenge, psicóloga y autora que ha escrito extensamente sobre el impacto de las redes sociales en la salud mental. "Eso significa establecer límites, tomar pausas y participar en actividades que promuevan la interacción cara a cara".
¿Qué pueden hacer los padres y cuidadores para ayudar a los niños a desarrollar hábitos saludables con la tecnología? Para empezar, pueden dar el ejemplo modelando un uso responsable de la tecnología ellos mismos. Esto podría significar guardar sus propios teléfonos durante el tiempo de familia o participar en actividades que promuevan la interacción cara a cara, como juegos de mesa o actividades al aire libre.
Otra estrategia es implementar zonas y horarios sin pantallas en el hogar. Esto podría significar designar la mesa del comedor como una zona sin teléfonos o establecer horas sin dispositivos cada día. Al crear una cultura de tiempo sin pantallas, los niños pueden aprender a apreciar el valor de la interacción humana y desarrollar las habilidades que necesitan para prosperar en un mundo cada vez más digital.
A medida que Aiden y sus amigos navegaban las complejidades de la adolescencia, comenzaron a darse cuenta de que hay más en la vida que solo pantallas. "Empezamos a jugar juegos de mesa y a hacer proyectos de arte juntos", dijo Aiden. "Fue realmente divertido". Al dar un paso atrás de la tecnología y abrazar el mundo que los rodea, descubrieron un nuevo sentido de conexión y propósito.
A medida que miramos hacia el futuro, está claro que la relación entre la tecnología y la interacción humana seguirá evolucionando. Pero al enseñar a los niños las habilidades que necesitan para navegar este panorama complejo, podemos ayudarlos a desarrollar las herramientas que necesitan para prosperar en un mundo cada vez más digital. Al establecer límites, tomar pausas y participar en actividades que promuevan la interacción cara a cara, podemos ayudar a los niños a convertirse en los screenagers que fueron destinados a ser – no en los que están definidos por sus pantallas.
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