El presidente Donald Trump designó al gobernador de Luisiana, Jeff Landry, como enviado especial a Groenlandia el domingo, con el objetivo de hacer que el territorio forme parte de los Estados Unidos. Según Landry, el objetivo es fortalecer la protección nacional de EE. UU., citando la ubicación estratégica de Groenlandia en el Atlántico Norte. Trump mismo declaró: "Necesitamos Groenlandia para la protección nacional". Este movimiento marca el último desarrollo en el interés de largo plazo de Trump en adquirir Groenlandia, que ha estado bajo el dominio danés desde el siglo XVIII.
En un comunicado, Landry enfatizó la importancia de la posible inclusión de Groenlandia en los EE. UU., diciendo: "Creemos que la ubicación estratégica y los recursos naturales de Groenlandia la convierten en un candidato ideal para la membresía en los EE. UU.". Sin embargo, el primer ministro de Groenlandia, Múte Bourup Egede, ha expresado escepticismo sobre la idea, afirmando que el pueblo de Groenlandia ha rechazado consistentemente la noción de formar parte de un país extranjero. Egede agregó: "Somos una nación soberana, y no nos dejaremos influir por presiones o intereses externos".
La historia de autogobierno de Groenlandia se remonta a 1979, cuando obtuvo el autogobierno de Dinamarca. Desde entonces, el territorio ha ido aumentando gradualmente su autonomía, con el gobierno danés manteniendo el control sobre la defensa y la política exterior. Sin embargo, el pueblo de Groenlandia ha expresado consistentemente un deseo de mayor independencia, con muchos considerando la idea de formar parte de un país extranjero como una anatema.
La obsesión con Groenlandia ha sido un tema recurrente a lo largo de la presidencia de Trump, con algunos analistas que lo ven como una manifestación de su enfoque general de política exterior. Joshua Keating, corresponsal senior de Vox, señala que el interés de Trump en Groenlandia representa "la esencia de su política exterior en general". Keating agrega: "Es un reflejo de su visión transaccional del mundo, donde los países se ven como simples commodities que se pueden adquirir o descartar".
Las implicaciones del movimiento de Trump son de gran alcance, con algunos expertos advirtiendo que podría tener consecuencias significativas para la soberanía de Groenlandia y la geopolítica de la región. "Este movimiento podría verse como un intento de socavar la independencia y la soberanía de Groenlandia", dice un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca. "Seguiremos trabajando estrechamente con el gobierno de Groenlandia para garantizar que se protejan sus intereses".
A medida que la situación continúa desarrollándose, sigue sin estar claro cómo responderá el gobierno de Groenlandia a las insinuaciones de Trump. El gobierno danés ya ha expresado su oposición a la idea, y no está claro si los EE. UU. podrán hacer algún progreso en el asunto. Una cosa es segura, sin embargo: el destino de Groenlandia seguirá siendo un tema de intenso interés y debate en los meses y años venideros.
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