Mientras Samir Hashmi se sentaba en su hogar de Nueva Jersey, revisando viejos correos electrónicos y documentos de sus días universitarios, una dolorosa memoria resurgió. Era miembro de la Asociación de Estudiantes Musulmanes de Rutgers a fines de la década de 2000, y su grupo fue uno de las decenas de organizaciones infiltradas por la División de Inteligencia del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York. El programa de vigilancia de mezquitas del NYPD, lanzado durante la era de Michael Bloomberg, apuntaba a recopilar inteligencia sobre las comunidades musulmanas, lo que generó un amplio escándalo y preocupaciones sobre los derechos civiles. Ahora, Hashmi está tomando una postura, presentando una nueva demanda de registros abiertos contra la ciudad, en busca de respuestas sobre el alcance de la vigilancia del NYPD.
La decisión de Hashmi de demandar al NYPD no se trata solo de venganza personal; es una prueba para el nuevo alcalde de la ciudad, Zohran Mamdani, quien hizo campaña con la promesa de reformar el trato del departamento de policía hacia los neoyorquinos musulmanes. La victoria electoral de Mamdani fue en gran medida impulsada por el apoyo de las comunidades musulmanas, que salieron en números récord para votar por el cambio. Como nuevo líder de la ciudad, Mamdani enfrentará el desafío de abordar el legado del programa de vigilancia del NYPD, que ha tenido un impacto duradero en la vida de personas como Hashmi.
La División de Inteligencia del NYPD, liderada por el ex comisionado de policía Raymond Kelly, lanzó el programa de vigilancia de mezquitas a principios de la década de 2000. La iniciativa apuntaba a recopilar inteligencia sobre las comunidades musulmanas, monitoreando sus actividades y infiltrándose en sus organizaciones. El programa estuvo envuelto en secreto, con el NYPD utilizando informantes y agentes encubiertos para recopilar información. La investigación de Associated Press en 2011, que se basó en documentos filtrados, reveló el alcance de la vigilancia del NYPD, lo que generó un amplio escándalo y llamados a la reforma.
La MSA de Rutgers de Hashmi fue una de las organizaciones objetivo del NYPD. No fue signatario del acuerdo de derechos civiles de 2018, que se alcanzó entre el NYPD y varias organizaciones musulmanas. El acuerdo llevó a la disolución de la Unidad de Demografía del NYPD, pero el caso de Hashmi sigue siendo una prueba del compromiso de la ciudad con la transparencia y la rendición de cuentas.
"El programa de vigilancia del NYPD fue un abuso flagrante de poder", dice Arun Kundnani, un académico y autor que ha escrito ampliamente sobre las políticas de contraterrorismo del NYPD. "Fue un programa diseñado para crear un sentido de miedo y desconfianza dentro de las comunidades musulmanas, en lugar de prevenir el crimen o proteger la seguridad pública".
Kundnani argumenta que el programa del NYPD fue parte de una tendencia más amplia de vigilancia y perfilación de las comunidades musulmanas en los Estados Unidos. "El programa del NYPD no fue un incidente aislado; fue parte de un patrón más grande de vigilancia y perfilación que se ha utilizado para justificar el objetivo de las comunidades musulmanas", dice.
La demanda de Hashmi es una prueba crítica del compromiso de la ciudad con la transparencia y la rendición de cuentas. A medida que el NYPD sigue evolucionando bajo un nuevo liderazgo, el caso plantea preguntas importantes sobre el equilibrio entre la seguridad nacional y las libertades civiles. "El programa de vigilancia del NYPD fue un ejemplo claro de cómo la búsqueda de la seguridad nacional se puede utilizar para justificar la erosión de las libertades civiles", dice Kundnani.
A medida que la ciudad avanza bajo un nuevo liderazgo, el caso de Hashmi sirve como recordatorio de la necesidad de transparencia y rendición de cuentas en la aplicación de la ley. "El programa de vigilancia del NYPD fue una mancha en la reputación de la ciudad, y es hora de que la ciudad asuma la responsabilidad de sus acciones", dice Hashmi. "No estoy luchando solo por mí; estoy luchando por los derechos de todos los neoyorquinos para estar libres de vigilancia y perfilación".
El resultado de la demanda de Hashmi tendrá implicaciones significativas para las comunidades musulmanas de la ciudad y el debate más amplio sobre la seguridad nacional y las libertades civiles. A medida que la ciudad mira hacia el futuro, el caso sirve como recordatorio de la importancia de la transparencia, la rendición de cuentas y la protección de las libertades civiles.
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