La entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 marcó un momento crucial en la transformación del país en una superpotencia global. En los últimos 25 años, el crecimiento económico de China ha sido nada menos que notable, con su PIB aumentando de $1,2 billones en 2001 a un asombroso $17,7 billones en 2025, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Este crecimiento notable ha sido impulsado por la emergencia de China como una potencia manufacturera global, con las exportaciones creciendo de $240 mil millones en 2001 a más de $3,5 billones en 2025. La adhesión de China a la OMC en 2001 también ayudó a estabilizar la demanda global durante la crisis financiera de 2008, ya que las exportaciones del país ayudaron a compensar la disminución del comercio global. De hecho, las exportaciones de China representaron más del 10% del comercio global en 2025, lo que la convirtió en la nación comercial más grande del mundo.

La expansión económica de China también ha sido impulsada por sus inversiones en la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI), un proyecto de infraestructura masivo destinado a conectar a China con otras partes de Asia, Europa y África. La BRI ha involucrado inversiones de más de $1 billón en proyectos de infraestructura, incluyendo carreteras, ferrocarriles, puertos y ductos de energía.

Sin embargo, el crecimiento económico de China no ha estado exento de desafíos. El mercado inmobiliario del país ha experimentado un desaceleración en los últimos años, con precios que han caído más del 20% en algunas ciudades. Esto ha tenido un efecto dominó en la economía en general, con muchas empresas chinas enfrentando dificultades para acceder a créditos y financiamiento. Además, el crecimiento económico de China también ha sido criticado por sus costos ambientales y sociales, con muchas ciudades chinas enfrentando una grave contaminación del aire y del agua.

A pesar de estos desafíos, el crecimiento económico de China ha tenido un impacto profundo en la economía global. La emergencia del país como una potencia manufacturera global ha ayudado a reducir los precios y aumentar la competencia en muchas industrias, beneficiando a los consumidores de todo el mundo. Las inversiones de China en tecnología, incluyendo vehículos eléctricos (VE) y inteligencia artificial (IA), también han ayudado a impulsar la innovación y el crecimiento en estos sectores.

Sin embargo, el ascenso económico de China también ha llevado a una rivalidad económica más aguda con Estados Unidos, con muchas empresas estadounidenses enfrentando una competencia aumentada por parte de rivales chinos. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, que comenzó en 2018, ha tenido un impacto significativo en el comercio global, con muchos países atrapados en el medio.

Mirando hacia adelante, se espera que el crecimiento económico de China continúe, aunque a un ritmo más lento. El gobierno del país ha establecido un objetivo de lograr un crecimiento de alta calidad, con un enfoque en la innovación, la sostenibilidad y la inclusión. Sin embargo, muchos analistas creen que el crecimiento económico de China estará cada vez más impulsado por el consumo interno, en lugar de las exportaciones, a medida que la clase media del país continúa creciendo y volviéndose más acomodada.

En conclusión, la entrada de China en la OMC en 2001 marcó un momento crucial en la transformación del país en una superpotencia global. En los últimos 25 años, el crecimiento económico de China ha sido notable, con el país emergiendo como una potencia manufacturera global y impulsando la innovación y el crecimiento en muchas industrias. Sin embargo, el crecimiento económico de China también ha estado marcado por desafíos, incluyendo un desaceleración del mercado inmobiliario y costos ambientales y sociales. A medida que China mira hacia el futuro, se espera que su crecimiento económico continúe, aunque a un ritmo más lento, con un enfoque en un crecimiento de alta calidad y consumo interno.