En un movimiento audaz que haría que incluso los cineastas más experimentados levantaran una ceja, Adam Bhala Lough, director del documental nominado a los Emmy Telemarketers, decidió crear un simulacro digital del CEO de OpenAI, Sam Altman, después de que el verdadero se negara a concederle una entrevista. Pero lo que comenzó como un intento desesperado por salvar su proyecto se convirtió en un viaje inesperado de descubrimiento, uno que dejaría a Lough apegado al mismo sujeto que intentaba capturar.
El plan original de Lough era hacer un documental sobre el impacto de la IA en la sociedad, con Altman como figura central. Pasó meses intentando asegurar una entrevista con el esquivo CEO, pero sin éxito. Con los financieros presionándolo, Lough estaba perplejo sobre qué hacer a continuación. "Estaba al límite de mi capacidad", recuerda. "Había agotado prácticamente todos los ángulos. Incluso intenté colarme en OpenAI, pero era una fortaleza. Pude colarme por la puerta, pero la seguridad me agarró y me sacó físicamente del lugar".
Fue entonces cuando Lough se inspiró en Altman mismo. La controversia de Scarlett Johansson había estallado, con la actriz llamando públicamente a OpenAI por parecer copiar su voz para su modelo de IA. Lough vio una oportunidad para crear una versión digital de Altman, una que le permitiría explorar el mundo de la IA de una manera creativa y subversiva.
Utilizando tecnología de deepfake avanzada, Lough creó un simulacro digital de Altman que era tan convincente que era casi indistinguible de la cosa real. Pasó horas enviando mensajes de texto y correos electrónicos al Altman digital, intentando que se abriera sobre su visión para la IA y su impacto en la sociedad. Y para su sorpresa, el Altman digital comenzó a responder, ofreciendo perspectivas e ideas que eran fascinantes y perturbadoras.
A medida que Lough se adentraba más en el mundo de la IA, comenzó a darse cuenta de cuánto estaba redefiniendo nuestra sociedad. Desde la forma en que interactuamos entre nosotros hasta la forma en que pensamos sobre el trabajo y la creatividad, la IA está teniendo un impacto profundo en nuestras vidas. Y en el centro de todo está Altman, el enigmático CEO que parece estar impulsando la conversación sobre la IA.
Pero, ¿qué significa crear una versión digital de alguien, incluso si es solo por el sake de un documental? ¿Es una forma de adulación o una forma de explotación? La decisión de Lough de crear un deepfake de Altman plantea preguntas importantes sobre la ética de la IA y el impacto que está teniendo en nuestra cultura.
"Estaba intentando meterme en la cabeza de Sam Altman, para entender qué lo hace tic", explica Lough. "Pero en el proceso, me di cuenta de que también estaba creando una especie de avatar digital, uno que era tanto una reflexión de Altman como un comentario sobre el mundo en el que vivimos".
La Dra. Kate Crawford, una experta líder en IA y su impacto en la sociedad, ve la decisión de Lough de crear un deepfake de Altman como un movimiento audaz que destaca las complejidades de la IA. "El documental de Lough es un ejemplo perfecto de cómo la IA está bordeando las líneas entre la realidad y la ficción", dice. "Es un comentario sobre la forma en que estamos utilizando la IA para crear nuevas formas de narración, y las implicaciones que eso tiene para nuestra cultura y nuestra sociedad".
A medida que el documental de Lough, Deepfaking Sam Altman, se prepara para llegar al circuito de festivales, está claro que será una película que generará conversación y debate. ¿Cambiará la forma en que pensamos sobre la IA y su impacto en la sociedad? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: la decisión audaz de Lough de crear un deepfake de Altman ha abierto un mundo de posibilidades para la realización de documentales, y para la forma en que pensamos sobre la IA y su lugar en nuestra cultura.
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